Agua, tierra y comida, Intercambio desigual de La Cañada
2021
J. Luis Seefoó Luján
La idea central de este texto es que La Cañada de los Once Pueblos por sí o por una marca del destino, es generosa en muchos sentidos: obsequia el agua de sus manantiales a la agroexportación, ofrece los brazos de mujeres y hombres para el trabajo hortofrutícola y en la comida tradicional regala saber hacer cristalizado en tamales, corundas y churipo. De este ofrecimiento de saberes y de sabores distinguimos una condición relevante: la creciente dependencia de insumos (ingredientes) foráneos. Su desprendimiento está "flor de piel" (más bien a borde de cazuela) en la continua festividad que no parece terminar por la sucesión de misas, bailes y comidas en honor a santo patrón de cada una de las localidades de La Cañada. Cada fiesta no lo es si no se preparan enormes cazuelas de arroz y ollas de churipo que degustan propios y extraños. Generosos son sus habitantes con la comida y la bailada, pero tal vez más con las notas de su música que alegran -o enfadan- a barrios enteros de sus pueblos y más allá de sus fronteras. Dicho en forma menos coloquial, La Cañada mantiene un intercambio desigual en sus relaciones socioeconómicas, ambientales y gastronómicas con el espacio agrocomercial representado por Zamora, Michoacán.
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