Memoria de 1994: Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla

111 páginas.

A nivel global, es evidente que la ciencia y la tecnología desempeñan un papel fundamental en el desarrollo económico y social. Con la acertada expresión I+D (Investigación y Desarrollo) se ha querido formular tal evidencia. Sin embargo a escala regional o local, surge la duda cuando se analiza la influencia socioeconómica de un centro de investigación sobre su entorno más próximo. En los últimos años, da la impresión en nuestro país que estos centros han ganado en calidad científica pero han perdido en consideración e interés local al no responder a las necesidades sociales. Dejando al margen la Universidad, donde la investigación se justifica como actividad básica aunque sólo sea para garantizar la calidad docente, se trata en este artículo de reflexionar sobre la manera de investigar en centros donde, precisamente, la docencia es muy escasa o nula. Estas consideraciones se hacen desde la experiencia actual del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (lRNAS; anteriormente, Centro de Edafología y Biología Aplicada del Cuarto, CEBAC), centro propio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que responde básicamente a esta condición no universitaria y que desarrolla su actividad en el ámbito de la investigación aplicada a los sectores agroecológico y medioambiental. Se tratan de reflexiones dentro del ordenamiento vigente del CSIC, aunque tal vez para que fuesen viables se requiera un nuevo enfoque jurídico-administrativo en la gestión de los organismos públicos de investigación en España. En cualquier caso, sólo se pretende aportar algunas ideas con el fin de resaltar la importancia de las tres actividades básicas: investigación (i), docencia (d) y divulgación (d), que han de simultanear los investigadores para propiciar un efectivo desarrollo. La mayor preocupación es cómo hacer llegar, en un plazo inmediato, los resultados científicos que se generan a la sociedad más próxima. No se entra en aspectos de políticas y programas científicos que en cada momento y lugar se consideren prioritarios por los organismos correspondientes. Tales consideraciones resultan oportunas ante el significativo cambio producido en el sistema español de investigación durante los últimos diez años, lo que ha determinado una mejora indiscutible de su cantidad y calidad. Como consecuencia de un aumento de la inversión al doble en términos del PIB (hasta llegar al 0.9%), la producción científica ha pasado del 1 al 2% de la producción mundial. Precisamente, los mecanismos puestos en marcha para conseguir dichos resultados favorables, son los que a su vez han provocado o acentuado los efectos negativos sobre los que se hace hincapié en este artículo. La próxima puesta en marcha del Plan de Actuación del CSIC (1995-1999), recientemente aprobado, abunda sobre dicha oportunidad, al igual que la inmediata aparición del Reglamento del Personal.

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